Miren estas “aguas cristalinas” que según la naturaleza deberían decorar Cuernavaca, pero pues no. Aquí, en el parque Manuel Ávila Camacho de Rancho Tetela, tenemos una cascada, pero de color dudoso y aroma “imperdible”. Ya ni falta que le pongan letrero: “bienvenidos a los baños termales de la desidia municipal”.
Hoyos en avenidas importantes de Cuernavaca transformaron a la capital en “Bachelandia”