En la calle Nayarit parece que alguien trazó una frontera invisible: de un lado, el pavimento digno de desfile, y del otro, el olvido total, con una maleza tan alta que ya saluda a los postes de luz como si fueran viejos amigos. Los vecinos de la colonia El Rodeo, en Miacatlán, aseguran que aquí ni el GPS quiere entrar, y que los baches ya deberían pagar predial de lo grandes que están.
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