Lo que debía ser un paso más hacia su futuro académico, se convirtió en una pesadilla para Domingo Arias Rosario, un joven dominicano que lleva más de una década intentando recuperar algo tan básico como su identidad legal. Su caso ha causado controversia en República Dominicana luego de que las autoridades le cancelan su acta de nacimiento con el argumento de que su madre era demasiado joven para haberlo tenido.
Originario de Sabana Perdida, en Santo Domingo Norte, Domingo descubrió el problema cuando intentó tramitar su cédula de identidad para ingresar a la universidad, luego de terminar el bachillerato. Sin embargo, la Junta Central Electoral rechazó su solicitud tras cancelar su registro de nacimiento. ¿El motivo? Según el Estado, su madre tenía solo 11 años cuando él nació, lo cual consideraron imposible.
“Dicen que una niña de 11 años no puede ser madre, pero aquí estoy yo”, declaró Domingo en entrevista con la Alianza Informativa Latinoamericana. Actualmente tiene 30 años, mientras que su madre, Ricarda Rosario De la Cruz, tiene 41. La anulación del acta lo ha dejado en un limbo legal: no puede trabajar formalmente, estudiar en la universidad ni registrar a sus propios hijos con su apellido.
Joven enfrenta una lucha de 10 años por recuperar su identidad
El origen del problema radica, en parte, en que Domingo no nació en un hospital, sino con ayuda de una partera en una comunidad rural, por lo que no hay un certificado médico oficial. Pese a esto, él insiste en que existen herramientas científicas disponibles para demostrar el vínculo con su madre. “Estamos en el siglo XXI, hay pruebas de ADN. Yo entiendo que eso puede resolverlo”, afirma.
Su madre, que ha estado a su lado durante este largo proceso, también ha solicitado a las autoridades que reconsideren el caso y permitan a su hijo recuperar sus derechos básicos como ciudadano.
Domingo no pierde la esperanza de lograr su sueño: estudiar Derecho y convertirse en abogado. Pero para eso, primero necesita lo que cualquier ciudadano da por sentado: tener un nombre reconocido por el Estado.
Este caso pone sobre la mesa no solo la rigidez del sistema burocrático, sino también las dificultades que enfrentan las personas nacidas en condiciones rurales o sin acceso a servicios médicos formales. La historia de Domingo es un llamado urgente a revisar cómo se valida la identidad en contextos donde las excepciones también merecen justicia.
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