Las pesadillas son un fenómeno que ha fascinado a muchas personas, y aterrorizado a otras, pues muchos hemos sentidos como estos sueños malos nos provocan un pavor que se siente a flor de piel. Esto mismo ha provocado que tanto los científicos como distintas culturas los estudien e interpreten para tratar de darles una explicación.
En algunos lugares existe algo conocido como “la teoría de las pesadillas”, la cual indica que estas visiones nocturnas son provocadas por demonios o fantasmas que “susurran” imágenes aterradoras al durmiente.
¿En qué consiste exactamente la teoría de las pesadillas?
En algunas culturas alrededor del mundo, las pesadillas se han asociado con entidades sobrenaturales, por ejemplo, durante Europa de la Edad Media, los súcubos e íncubos eran demonios que, según la creencia, visitaban a las personas durante el sueño, causando terrores nocturnos. En América Latina existe un fenómeno que está vinculada con la frase “se me subió el muerto”, y está vinculada con presencias espirituales malignas.

En Japón están los yokai, quienes son espíritus traviesos y se consideran como los responsables de sueños perturbadores. Estas creencias suelen interpretar las pesadillas como advertencias o castigos, y a menudo están acompañadas de rituales para protegerse, como oraciones o amuletos. En otros lugares del mundo se cree que estas mismas entidades son las que nos susurran los sueños, dando pie a las pesadillas.
¿Qué dice la ciencia sobre las pesadillas?
Desde la perspectiva científica, las pesadillas son un fenómeno neurológico y psicológico que ocurren principalmente durante el sueño REM, cuando la amígdala, responsable de procesar el miedo se activa. Algunos factores como el estrés, la ansiedad, traumas o alteraciones del sueño pueden desencadenar estas experiencias.
Asimismo, la parálisis del sueño es a menudo confundida con visitas demoníacas, pero realmente es un desfase entre el sueño y la vigilia, generando alucinaciones vívidas. Aunque las creencias culturales dan sentido a estas experiencias, la ciencia las atribuye a procesos cerebrales, no a influencias externas.
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