Esto puede pasar por varias razones: la bacteria Helicobacter pylori, abusar de analgésicos, tomar mucho alcohol… pero ojo, también puede aparecer por emociones no resueltas, estrés o enojo. Sí, porque el cerebro y el estómago están conectados más de lo que creemos.

Si no se trata a tiempo, la gastritis puede volverse crónica y traer problemas más serios como úlceras, sangrados e incluso, en casos muy raros, aumentar el riesgo de cáncer de estómago.

Los síntomas más comunes son fáciles de detectar: dolor abdominal, náuseas, vómito y pérdida de apetito.

¿Limpias todo por miedo a enfermarte? Podría ser misofobia