El respeto hacia los mayores es un tema cultural de México, desde niños se nos enseña a hablar de usted, a las personas con más años de vida y preguntar a alguien si nos da permiso de tutearlo. Una de las palabras que evocan tanto respeto como calidez es “don” y “doña”, esa palabra que se añade al principio del nombre de una persona adulta.
Las escuchamos en todas partes y en distintos lugares y, aunque hoy parecen formar parte natural de nuestro lenguaje, su historia viene de siglos atrás y tiene raíces profundamente simbólicas.
Origen de la palabra
El origen de ambos términos se remonta al latín: dominus que significa señor, y domina, que es señora. En la antigua Roma, se usaban para referirse a los amos del hogar o a personas con autoridad. Con el paso del tiempo, durante la Edad Media, los reinos españoles los adoptaron como títulos de honor reservados a la nobleza y al clero.
Sin embargo, con el paso de los años, “don” y “doña” dejaron de ser exclusivos de la aristocracia y se transformaron en expresiones de respeto hacia los mayores, sin importar su nivel socioeconómico ni los títulos que posea.
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