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¿Es bueno comer bolillo después de un susto?

Por décadas nos dijeron que un bolillo para el susto era medicina ancestral. Pero entre cortisol, glucosa y ciencia dura, la historia cambia… y no precisamente a favor del pan.

La historia del bolillo en México se remonta al Porfiriato, cuando un repostero francés decidió improvisar con lo que tenía a la mano. Así nació un pan que hoy es símbolo nacional… y protagonista de muchos mitos.

Después de un susto, el cuerpo libera cortisol, consume su propia reserva de azúcar y bajan las defensas. El miedo también acelera los jugos gástricos; siendo honestos, en ese escenario un antiácido sería más sensato que un pan.

Desde la cosmovisión mexicana, una impresión fuerte puede desprender el Tonalli, esa energía solar que nos da fuerza vital. Y ojo: la medicina occidental coincide en algo —las emociones intensas disparan glucosa, adrenalina y cortisol. Cuando ese estrés se vuelve rutina, aparecen problemas digestivos, afecciones cardíacas y noches en vela.

El pan, por sabroso que sea, no baja la glucosa. Al contrario: el cuerpo convierte sus carbohidratos en azúcares, haciendo que el nivel suba aún más.

Entonces, ¿qué sí ayuda de verdad?

  • Proteínas como pavo, pollo, huevo, tofu, frijoles o frutos secos.
  • Minerales presentes en espinacas, almendras, semillas de calabaza, aguacate y plátano.
  • Infusiones de manzanilla, menta o valeriana para calmar la tormenta interna.

Y seamos claros, sin romanticismos: más efectivo que cualquier bolillo es un buen abrazo. El contacto humano libera oxitocina, la hormona del apego, y eso sí reconforta de verdad. Tradición y ciencia pueden convivir… pero no todo mito resiste la luz.

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