El olivo no solo es fuente de aceite y alimento, también es un ejemplo de resistencia natural. Su madera es dura, sus raíces profundas, y su capacidad de regenerarse le permite sobrevivir a sequías, incendios y cambios climáticos. Algunos ejemplares en Grecia, Italia y España superan los 2,000 años de vida, y se cree que ciertos olivos podrían alcanzar hasta 3,000 o más años.
El olivo ha sido símbolo de paz, sabiduría y esperanza desde la antigüedad. En la Biblia, en la mitología griega y en rituales romanos, su rama representaba reconciliación y victoria. Hoy, el aceite de oliva es parte esencial de la dieta mediterránea, y su cultivo sigue siendo motor económico y cultural en muchas regiones del mundo.
El olivo no es solo un árbol, es un testigo de la humanidad. Con miles de años de vida, nos recuerda que la naturaleza tiene su propia forma de inmortalidad.
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