Cada año, más de 10 millones de peregrinos llegan a la Basílica de Guadalupe el día 12 de diciembre para celebrar a la Virgen Morena. Una muestra clara de fe y devoción, pero también un impacto ambiental que crece con cada visita.
Las celebraciones dejan toneladas de residuos en calles, camellones y banquetas. En 2024, se reportaron miles de toneladas de basura, principalmente botellas de plástico, envolturas de comida y desechos orgánicos. En 2025, el problema continuó: vecinos denunciaron que las calles quedaron completamente cubiertas de residuos tras el paso de los contingentes.
Para los habitantes de la alcaldía Gustavo A. Madero, donde se ubica la basílica, el peregrinaje es un desafío anual. Escuelas cierran, calles se bloquean y los vecinos deben convivir con basura acumulada y autos estacionados en cualquier lugar.
Las autoridades despliegan cuadrillas de limpieza, pero la cantidad de residuos supera con frecuencia su capacidad. En algunos años, la recolección se extiende por más de 24 horas continuas después de los festejos para poder despejar la zona. Además de la basura, se han reportado casos de abandono de animales y contaminación del aire por fogatas y cohetes durante el peregrinaje.
El peregrinaje a la Basílica es una de las tradiciones más grandes de México. Pero su impacto ambiental también es enorme. La fe mueve montañas, pero también puede movernos a cuidar el espacio que compartimos.