“Vi el número y pensé: esto es spam”, contó entre risas. Minutos después, tenía periodistas afuera de su casa en Seattle y un perro confundido que no entendía por qué todos estaban despiertos.

Brunkow, junto a Fred Ramsdell y Shimon Sakaguchi, ganó el Premio Nobel de Medicina 2025 por descubrir cómo el cuerpo evita atacarse a sí mismo: la llamada tolerancia inmune periférica. En los 2000, su equipo identificó el gen Foxp3, clave para entender enfermedades autoinmunes.

Con humor y humildad, la genetista recordó lo duro que era clonar genes en los 90: “Era una mutación diminuta, pero con un efecto enorme”. Hoy, su hallazgo sigue salvando vidas y recordando que incluso una llamada “spam” puede cambiar la historia de la ciencia.

¿Presencia demoníaca? Algo atacó a un hombre mientras rezaba