Un ataque de pánico es como si tu cuerpo activara la alarma de incendio, sin que haya humo. De pronto llega un miedo intenso acompañado de palpitaciones, temblores, falta de aire, mareos o la sensación de “me va a pasar algo”. Aunque suelen durar pocos minutos, la experiencia se siente eterna y puede dejarte nervioso el resto del día.
Estos episodios aparecen cuando el sistema de alerta del cuerpo se pone en modo turbo sin motivo real. Y sí, el miedo al propio miedo puede llevar a evitar lugares o actividades. La buena noticia: con terapia, respiración consciente y herramientas de manejo emocional, es totalmente tratable.
¿Ejercicio al aire libre? La contaminación podría quitarte parte del beneficio de la actividad física








