Ella cuenta cómo dejó de culparse por sentirla y empezó a usarla como brújula: ¿Qué deseo que aún no me estoy permitiendo? En lugar de reprimirla o negarla, puedes convertir la envidia en una herramienta para reconocer tus verdaderos anhelos. ¿Sientes algo cuando ves a alguien lograr un objetivo? Tal vez ese sea el recordatorio de un sueño olvidado.
Aceptar la envidia, cultivar la gratitud, celebrar los logros ajenos y evitar comparaciones destructivas son claves para transformarla en acción.
En lugar de hundirnos en el "¿por qué él sí y yo no?”, probemos el "¿cómo puedo lograrlo yo también?” La próxima vez que sientas envidia, escucha con atención: puede estar señalando el camino hacia una vida más auténtica.
¿Tú también has sentido envidia alguna vez? Cuéntanos y únete a la conversación en las redes de Azteca Morelos.
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