Las hermanas, de 51 años, padecían graves problemas de salud que afectaban su calidad de vida. Tras años de tratamientos y sufrimiento, optaron por esta medida legal en el país.
La legislación alemana permite la muerte asistida siempre que exista un consentimiento claro y documentado, además de supervisión médica. En este caso, las gemelas cumplieron con todos los requisitos legales. El hecho ha provocado reacciones encontradas: algunos lo ven como un acto de dignidad y libertad, mientras otros cuestionan los límites éticos de la práctica.
Más allá del caso personal, la historia de las Kessler reabre la discusión sobre la muerte asistida en Europa, un tema que divide opiniones entre derechos humanos, religión y medicina.
El caso de las gemelas Kessler no solo marca un precedente en Alemania, también nos recuerda que la pregunta sobre cómo queremos vivir y morir sigue abierta.