Durante años se creyó que la piel absorbía agua y se hinchaba. Pero estudios recientes revelan algo más profundo: ¡Es una reacción controlada por tu sistema nervioso! Cuando estás sumergido, los nervios ordenan a los vasos sanguíneos que se contraigan. La piel se repliega y aparecen las arrugas.
Este reflejo tiene una posible razón evolutiva: mejorar el agarre en condiciones húmedas. Como si tus dedos activaran un “modo antideslizante” natural. Ideal para sujetar herramientas, frutas o superficies mojadas.
Curiosamente, si tus dedos no se arrugan, podría indicar un problema en el sistema nervioso simpático. Por eso, este reflejo también se estudia en neurología como indicador de salud.
La ‘’huella digital’’ de tu cerebro