En una noche donde el fútbol y la cultura se entrelazaron con inusual armonía, Andrea Bocelli se robó las miradas durante la gala del sorteo del Mundial de la FIFA 2026 al interpretar “Nessun Dorma”, una de las arias más célebres —y enigmáticas— de la ópera universal. Su voz, pulcra y luminosa, volvió a cargar de esperanza una pieza que nació entre sombras, violencia y un desenlace inconcluso.
Aunque hoy suene a triunfo y amor, “Nessun Dorma” pertenece a una historia profundamente oscura. Forma parte del inicio del tercer acto de Turandot, la última ópera de Giacomo Puccini, cuya trama incluye decapitaciones, torturas e incluso un suicidio. Puccini dejó la obra inconclusa: murió en 1924 por un cáncer de garganta provocado por su fuerte adicción al tabaco. Por ello, solo pudo componer cerca del 95% de la partitura. Las dos escenas finales fueron completadas más tarde por Franco Alfano, bajo la supervisión del legendario director Arturo Toscanini.
El propio Toscanini fue quien estrenó Turandot en 1926 en La Scala de Milán, con la soprano Rosa Raisa y el tenor español Miguel Fleta. Desde entonces, “Nessun Dorma” empezó a abrirse camino fuera de la ópera para convertirse en un himno emocional capaz de unir públicos muy distintos.
Su intérprete más célebre fue, sin duda, Luciano Pavarotti, quien grabó la versión completa de Turandot en 1972 junto a Joan Sutherland y Montserrat Caballé. Sin embargo, la interpretación más icónica no fue aquella, sino la que realizó junto a Plácido Domingo y José Carreras, Los Tres Tenores. Lo anecdótico es que la famosa versión fue improvisada: ninguno había acordado quién cantaría el final, y en plena actuación Domingo propuso la distribución de voces. Aquella presentación espontánea, ocurrida horas antes de la final del Mundial de 1990 en Roma, dio vida a un momento histórico.
Más allá de gramáticas y tecnicismos —su traducción exacta sería “Deseo que nadie duerma”, por su uso del congiuntivo esortativo—, Nessun Dorma encarna una idea poderosa: la victoria del amor sobre el miedo. En un evento global como el sorteo del Mundial, su presencia volvió a recordarlo. Una sola voz, llamando a todos a mantenerse despiertos. A permanecer unidos. A no rendirse.







