Fue en 2020 cuando el piloto francés Romain Grosjean salió entre llamas tras sufrir un accidente; todos pensaron que había sido su última vez en un Fórmula 1. El percance de Baréin quedó grabado en la memoria de los fans: el coche partido en dos, el fuego y la imagen de él escapando con las manos quemadas.
Tras casi cinco años después, Grosjean regresa al deporte que lo vio crecer y, aunque no se trata de un Gran Premio, no quita el mérito del tan esperado de regreso del piloto.
Romain volverá a conducir un monoplaza durante unas pruebas en Italia, donde manejará el Haas VF-23 en Mugello, como parte del programa Testing of Previous Cars. Grosjean llevará un casco especial diseñado por sus hijos, el mismo que tenía listo para lo que iba a ser su última carrera en Abu Dabi 2020.
El regreso que nadie esperaba presenciar
Más que una simple prueba, el regreso de Grosjean es una manera de reconciliarse con la Fórmula 1 después de aquel accidente que casi le cuesta la vida. Desde entonces, el francés se mantuvo activo en IndyCar y otras categorías, pero nunca había tenido la oportunidad de volver a manejar un F1.
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