En medio de partidos que no siempre eran espectaculares, el público mexicano —maestro del relajo y la fiesta— decidió crear su propio show: la ola. Las cámaras de televisión no tardaron en enfocarla y, desde ese momento, se propagó por todos los estadios del país hasta conquistar el mundo entero.
Así nació lo que hoy conocemos como “la ola mexicana”, un símbolo de alegría y pasión futbolera que ya es parte de la cultura deportiva global.
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