Uno va caminando tranquilamente por la banqueta de la calle Gloria Almada de Bejarano, allá en Palmira y de repente siente que lo inscribieron a una clase de ejercicio sin avisar. Esto porque hay un bloque, luego no, y el otro nadie sabe dónde quedó. Las banquetas están tan mal que los papás que llevan a sus hijos al centro de atención de Cuernavaca ya no saben si van rumbo a la escuela o a una pista de obstáculos.

Vecinos exigen la creación de un nuevo panteón en Cuernavaca