En la colonia Lázaro Cárdenas del Río, en Cuernavaca, la calle Girasol ya dejó de ser calle para convertirse en una experiencia extrema. Ahí, cada bache es un jefe final, y cada vehículo que se atreve a pasar merece medalla, diploma y sesión de fisioterapia. El pavimento se desmorona tan fácil que parece galleta en chocolate caliente, y los vecinos ya no saben si esquivar hoyos o rezar para que la llanta vuelva a aparecer.
Denuncian calle Laurel de Cuernavaca en malas condiciones








