De acuerdo con la Ley de Justicia Penal para Adolescentes, la privación de la libertad —conocida como internamiento juvenil— solo puede aplicarse como último recurso y exclusivamente en casos de delitos graves. Entre los delitos que ameritan esta medida se encuentran:

  1. secuestro
  2. trata de personas
  3. terrorismo
  4. extorsión agravada
  5. delitos contra la salud
  6. homicidio doloso
  7. violación sexual
  8. lesiones dolosas que pongan en riesgo la vida
  9. robo con violencia.

Las personas adolescentes en conflicto con la ley son aquellas a quienes se les atribuye la comisión o participación en un delito mientras tenían entre 12 y 17 años. Antes de que un juez determine su culpabilidad, pueden imponerse medidas cautelares con el objetivo de proteger a víctimas o testigos, garantizar la investigación y asegurar la comparecencia del menor durante el proceso.

En estos casos, el internamiento preventivo es la única medida cautelar posible, y su aplicación depende directamente del tipo de delito cometido y de la gravedad de los hechos.

De acuerdo con expertos en justicia penal juvenil, muchos adolescentes que cometen delitos graves provienen de entornos familiares violentos, marcados por abuso físico, psicológico o sexual, y de comunidades con altos índices de criminalidad, lo que evidencia la importancia de la prevención social y la atención integral a la juventud.

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