Un nuevo estudio sugiere que esta rareza no es casualidad: podría ser el resultado de miles de millones de años de exposición a rayos cósmicos, esas partículas que viajan por el universo a velocidades casi imposibles.
Según los investigadores, este bombardeo constante habría transformado el monóxido de carbono en dióxido de carbono, revelando un proceso químico clave que también podría haber contribuido al origen de la vida en la Tierra.
Así que, más allá de ser solo una “bola de hielo espacial”, 3I/ATLAS podría estar guardando secretos sobre cómo comenzó todo.
Cometa 3I/ATLAS: el visitante interestelar que volverá a verse desde la Tierra








