Aunque muchos lo imaginan en cantinas con tequila y corridos, Pancho Villa tenía un gusto inesperado: los licuados de fresa. Según relatos populares y registros históricos, Villa solía cambiar las cantinas por fuentes de soda, donde pedía esta bebida dulce y cremosa. Para él, el licuado no era solo refrescante, era un símbolo de cercanía con el pueblo, una pausa entre estrategias y combates. Y sí: lo pedía con leche, fresa natural y sin azúcar extra.
Muchos lo ven como una forma de humanizar al héroe, recordando que detrás del sombrero y el fusil, también había gustos sencillos.
Pancho Villa no solo dejó huella en la historia, también en las fuentes de soda. Y su pasión por los licuados de fresa nos recuerda que incluso los más duros, tienen su lado dulce.
Un postre fácil y delicioso para Thanksgiving








