Pero, ¿de dónde viene esta divertida costumbre? Aunque muchos la comparan con el “trick or treat” de Halloween, la calaverita mexicana tiene raíces mucho más antiguas y coloridas.
Todo comenzó con las celebraciones del Día de Muertos, cuando los pequeños recibían dulces, frutas o pan como símbolo de las ofrendas que se dejaban para los difuntos. Con el tiempo, la tradición se mezcló con el Halloween estadounidense y se transformó en lo que hoy conocemos: una mezcla única de espíritus, disfraces y azúcar.
Así que la próxima vez que escuches “¿me da mi calaverita?”, recuerda que no solo estás regalando dulces… ¡también estás celebrando una de las tradiciones más alegres y sabrosas de México!
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