No es confusión. Es comunicación ancestral. Durante miles de años, lobos y cánidos usaron el aullido coordinado como un GPS acústico: uno aullaba para anunciar su posición y los demás respondían, creando un mapa sonoro que atravesaba kilómetros de terreno.
Las sirenas modernas, aunque no fueron diseñadas para perros, tienen tonos prolongados, alta intensidad y frecuencias que ellos perciben con enorme sensibilidad. Para tu perro, ese sonido activa un patrón heredado de vocalización.
Y hay algo más fascinante: el Efecto Doppler. Cuando una sirena pasa, su tono cambia de agudo a grave… igual que un aullido natural que empieza alto y termina bajo.
Para tu perro, no es una ambulancia. Es otro cánido diciendo: ‘¡Estoy aquí! ¿Dónde estás?’ Y su respuesta automática es: ‘¡Yo también estoy aquí!
Lo que depara el calendario chino para el 2026 con el Caballo de Fuego