En plena calle, decenas de personas corren emocionadas mientras recogen billetes que caen del cielo. No es película ni comercial, es real: así se despidió Darrell Thomas, un hombre con raíces humildes que supo lo que era trabajar duro en su propio lavadero de autos, y que al morir por Alzhéimer, dejó una petición clara: compartir parte de su fortuna con la gente.

¿La manera? Desde un helicóptero. Sus hijos, Darell y Jonte, cumplieron la promesa: rentaron una aeronave y arrojaron miles de dólares en efectivo desde el aire, justo sobre las calles donde su padre trabajó y vivió.

La escena se volvió viral. Testigos cuentan que la sorpresa dio paso a una emoción colectiva. “Era como si Dios nos mandara un regalo”, dijo una mujer entre lágrimas. A diferencia de lo que muchos temerían, no hubo peleas ni caos: solo gratitud y asombro.

Más que una excentricidad, este acto fue un gesto de amor: el legado de un hombre que quiso cerrar su historia devolviendo algo al lugar que lo vio crecer.

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