Rick Winters se lanzó desde una plataforma de 52.4 metros, equivalente a un edificio de 17 pisos. El salto fue parte de un espectáculo en SeaWorld, pero lo que logró fue mucho más que entretenimiento: Una hazaña física, mental y visual. El público quedó en silencio. Luego, ovación total.
El salto requería precisión milimétrica: Postura perfecta, control del cuerpo en caída libre, y aterrizaje en agua sin lesiones. Rick entrenó durante años, y ese día, lo logró. Un momento que quedó grabado en la memoria de SeaWorld y en la historia del espectáculo extremo.
Rick Winters no solo saltó, nos recordó que el cuerpo humano, cuando se atreve, puede desafiar la gravedad.
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