Así pintamos nuestra realidad. Eso es la percepción emocional en acción. La flexibilidad emocional es como surfear una ola: no quedarse parado en la orilla. Significa adaptarte al cambio y tolerar la frustración sin estancarte.
La rumiación, en cambio, es repetir en bucle los pensamientos, o “lo malo”: darle vueltas a un problema sin solución. Eso nubla tu ánimo.
Entender tu proceso de percepción mejora tu vida personal y profesional.
Te vuelves más empático y resiliente: reaccionan mejor ante el estrés y conectas mejor con los demás cuando comprendes que cada perspectiva cuenta.
Así que la próxima vez que algo te agobie, recuerda: tú decides el color del cristal con que lo ves.
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