¿Te has preguntado por qué percibimos diferente una misma situación?
Imagina llegar al trabajo con tráfico y pensar: “¡Qué calorón y qué estrés!” Otro amigo en el mismo tráfico se ríe y dice: “¡Hora del karaoke en el carro!” durante el mismo atasco, pero con distintas emociones.
Así pintamos nuestra realidad. Eso es la percepción emocional en acción. La flexibilidad emocional es como surfear una ola: no quedarse parado en la orilla. Significa adaptarte al cambio y tolerar la frustración sin estancarte.
La rumiación, en cambio, es repetir en bucle los pensamientos, o “lo malo”: darle vueltas a un problema sin solución. Eso nubla tu ánimo.
Entender tu proceso de percepción mejora tu vida personal y profesional.
Te vuelves más empático y resiliente: reaccionan mejor ante el estrés y conectas mejor con los demás cuando comprendes que cada perspectiva cuenta.
Así que la próxima vez que algo te agobie, recuerda: tú decides el color del cristal con que lo ves.
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