Un grupo de físicos de la Universidad de Loughborough logró algo que parece sacado de la ciencia ficción: fabricaron un violín tan diminuto que cabe dentro del grosor de un cabello. Aunque no puede tocar música, este instrumento microscópico es una verdadera obra de arte tecnológica y un guiño cultural que mezcla ciencia y humor.

El mini violín mide apenas 35 micrómetros de largo y fue creado con una técnica llamada nanolitografía, que permite “esculpir” materiales a escala nanométrica. Incluye cuerpo, cuerdas y hasta los detalles del clavijero, visibles sólo con microscopio.

Lejos de ser un simple capricho, el proyecto demuestra la precisión de esta tecnología, que en el futuro podría aplicarse a áreas como la computación, la energía y el almacenamiento de datos. Elegir un violín no fue casual: es un guiño reconocible que conecta con la cultura popular.

Síguenos en nuestras redes como TV Azteca Morelos.

Los horarios de comida podrían influir en la longevidad