La sal no es una enemiga: puede ser tu aliada si la usas con medida. Ayuda a regular los líquidos en tu cuerpo, permite transmitir impulsos nerviosos y mantiene el equilibrio de tus electrolitos. Todo depende de la dosis correcta. Los iones de sodio y cloro, protagonistas de este mineral, son esenciales para la homeostasis, ese equilibrio interno que mantiene tu organismo funcionando sin caos.

La mayor parte de estos iones vive en los líquidos fuera de tus células, y tu cuerpo necesita mantenerlos en rangos muy precisos. Esa tarea la hacen tu sistema nervioso, tus células y, sobre todo, tus riñones. Y ojo con este dato: sostener ese balance cuesta energía… ¡mucha! Hasta el 20% de las calorías que consumes al día se van en eso. Por eso es tan importante la bomba de sodio-potasio, el sistema que controla cuánta sal entra y sale de cada célula.