En México no solo se juega fútbol… también se degusta. Y no, no es la botana: es ese estilo lleno de elegancia, técnica y creatividad, mejor conocido como fútbol champagne, un término que cada vez suena más fuerte entre aficionados y analistas.

La expresión nació de la mente traviesa de Francisco “Kikín” Fonseca, quien bautizó así a esas jugadas con toque fino, clase natural y un descaro que levanta a cualquiera de su asiento. Su uso ha crecido porque describe perfecto ese fútbol que enamora a la vista.

El concepto tiene raíces en el legendario Stade Reims de los años 50, el equipo francés que convirtió la posesión en arte y el toque en una obra maestra. Hoy, cada vez que un jugador mete un túnel elegante, arma una fantasía o clava un gol inolvidable, no falta quien grite con orgullo: “¡Eso es fútbol champagne!”

Este estilo sigue vivo porque captura lo que todos buscamos en la cancha: creatividad, emoción y una chispa de magia que le da sabor al juego.