Cada otoño, el naranja intenso del cempasúchil cubre los campos y mercados de México, marcando el inicio de una de las tradiciones más emblemáticas: el Día de Muertos. Más allá de su belleza, esta flor representa el vínculo entre la vida y la muerte, guiando a las almas con su aroma y color hacia los altares de sus seres queridos.

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