La Zafra en Morelos: tradición, humo y salud en alerta
En Morelos, la zafra no es solo una temporada: es un capítulo que se repite cada año con olor a caña, historia y esfuerzo comunitario. Lo curioso es que su nombre viene del árabe y significaba “viaje”, aludiendo al movimiento de trabajadores que se desplazaban para la cosecha. Hoy sigue siendo eso: un viaje colectivo que marca el pulso económico y cultural del estado.
Pero mientras los ingenios se ponen en marcha, también aparece el famoso tizne de caña, ese polvo negro que cae como lluvia oscura sobre casas, autos y pulmones. Este tizne es producto del humo que se genera al quemar la caña antes de cortarla; un proceso que dura apenas 15 a 20 minutos, pero libera una nube intensa de hollín, gases y residuos que no se quedan quietos.
Y aquí es donde la tradición se cruza con la salud. Cada temporada, se observa un aparente aumento en enfermedades respiratorias, especialmente en comunidades cercanas a las zonas de corte. La inhalación del humo puede detonar asma, irritación, dificultad para respirar, agravar padecimientos pulmonares crónicos e incluso elevar riesgos cardiovasculares y de cáncer de pulmón. No es poesía: es la realidad que muchas familias viven cuando las emisiones llegan hasta sus ventanas.
La zafra mueve la economía, genera trabajo y mantiene viva una identidad que corre por generaciones. Pero también pone sobre la mesa una conversación urgente: ¿cómo mantener la tradición sin poner en juego la salud? El futuro pide soluciones más limpias, más conscientes y más justas para quienes sostienen esta actividad y para quienes la respiran.








