La cúpula naranja del Palacio de Bellas Artes y detalles de mármol lo convierten en una postal obligada de la Ciudad de México, además de ser Patrimonio de la Humanidad.
Lo curioso es que su construcción empezó en 1904, pero se atrasó por la Revolución y problemas técnicos. ¡Tardó 30 años en completarse! Y vaya que valió la pena la espera: en su interior guarda murales de Diego Rivera, Rufino Tamayo y otros grandes, además de ser sede de ópera, ballet y conciertos.
Así que ya sabes, cuando visites la CDMX, date una vuelta por este palacio que late al ritmo del arte desde hace casi un siglo.
Las obras que dan identidad a México