Solo necesitas 40 segundos y un poco de jabón para convertirte en héroe de tu propia salud. Moja tus manos, frota palma con palma, limpia entre los dedos, el dorso, los pulgares y no olvides las uñas (ahí se esconden los villanos microscópicos). Luego enjuaga bien y seca con una toalla limpia.
Si estás en la calle y no hay agua y jabón, usa gel antibacterial con al menos 60% de alcohol —¡tu aliado portátil contra los gérmenes! Recuerda hacerlo antes de comer, después de ir al baño o tocar superficies compartidas.
Mantener las manos limpias no solo te protege a ti, también cuida a los demás. ¡Haz del lavado de manos tu ritual diario de bienestar!
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