Durante años, imágenes satelitales mostraron destellos turquesa en aguas de la Antártida que intrigaban a los científicos. Un nuevo estudio liderado por el oceanógrafo Barney Balch resolvió el enigma al identificar a los responsables: diminutas algas conocidas como diatomeas y cocolitóforos.
Las diatomeas, con esqueletos de sílice, reflejan intensamente la luz solar cuando forman grandes concentraciones, mientras que los cocolitóforos, cubiertos por placas de carbonato de calcio, generan destellos brillantes incluso en zonas más frías de lo esperado.
El hallazgo no solo explica el resplandor en el océano, sino que obliga a replantear cómo se mide la productividad marina y el papel del Océano Austral en el equilibrio climático. Estos microorganismos influyen en el ciclo del carbono al regular cuánto CO₂ queda atrapado en las profundidades, un factor clave frente al cambio climático.
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