Julieta Fierro Gossman, originaria de la Ciudad de México, fue una de las astrónomas y divulgadoras científicas más queridas de nuestro país. El pasado 19 de septiembre, a los 77 años, partió de este mundo, pero dejó tras de sí un legado brillante.
Desde niña enfrentó la dislexia, un trastorno del aprendizaje que complica la lectura. Pero lejos de rendirse, la convirtió en motor para alcanzar sus metas. Se especializó en estudiar la materia interestelar y el sistema solar, siendo pieza clave en el Instituto de Astronomía de la UNAM.
Su impacto llegó hasta el mundo natural: una especie de luciérnaga descubierta en la capital lleva su nombre, la Pyropyga julietafierroae. Este pequeño insecto, vital para la agricultura, es un homenaje que conecta la tierra con el cielo.
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