Aunque tu gato nunca salga de casa, las pulgas pueden colarse y convertirse en una pesadilla. Más que una simple molestia, son un riesgo real: transmiten parásitos, causan anemia y afectan su bienestar. Detectarlas a tiempo hace toda la diferencia.
Entre las señales más claras están el rascado excesivo, el acicalamiento constante, la aparición de rojeces o bultos en la piel y hasta manchas negras en su cama o pelaje, los cuales pueden ser restos de sangre digerida por las pulgas. También puedes notar pérdida de peso, debilidad, cambios de conducta como irritabilidad o que evite zonas de la casa donde suelen esconderse estos parásitos.
¿Qué sienten tus mascotas cuando se quedan solas?