Estudios de neuroeconomía revelan que pagar con tarjeta activa zonas de placer en el cerebro, mientras que pagar en efectivo activa zonas de dolor. Es decir, gastar con tarjeta “duele menos” y por eso gastamos más. Además, el “deslizamiento” rápido evita que reflexionemos sobre el precio real.

¿Y que se puede hacer para gastar menos? Usa tarjeta solo para compras planeadas, activa alertas de gasto y revisa tu historial, haz pausas antes de comprar: ¿lo necesito o solo lo deseo? y evita guardar datos de tarjeta en apps, eso facilita el impulso

Cada compra es una decisión y aunque la tarjeta no habla, tu cerebro sí reacciona. La clave está en saber cuándo decir sí y cuándo guardar la tarjeta.

¡Cuidado! El estrés en la infancia puede perdurar hasta la adultez