La amnesia y la falsificación histórica son los cimientos de cualquier tiranía. En México, por décadas nos han “educado” a creer que seríamos una potencia mundial si tan sólo los españoles, los gringos o “los conservadores” no hubieran metido sus manos.

Pero la verdad es otra: la libertad para ser prósperos no nos la arrebató ningún conquistador extranjero, sino nuestro propio gobierno. Es el gobierno el que pone trabas, ahoga el talento y destruye la riqueza. Es el gobierno —y su sistema educativo— quienes nos manipulan con una narrativa centrada en el trauma de la conquista y en fantasmas inventados.

Esa narrativa ha sido tergiversada para moldear el inconsciente y la idiosincrasia de los mexicanos, determinando en gran medida nuestras ideas de riqueza, pobreza y libertad. Y ahí está la clave: la libertad y la prosperidad comienzan en la mente. Quien es pobre en la mente está condenado a no ser libre. La historia que nos contamos de nosotros mismos puede hundirnos en la pobreza o abrirnos a la grandeza.