El K-pop conquistó el mundo… pero en Sudamérica nació su primo inesperado: el Q-pop, una mezcla explosiva de beats coreanos con letras en quechua. ¿El rostro del movimiento? Lenin Tamayo, un joven peruano que convirtió su herencia andina en coreografías virales y millones de reproducciones. Su propuesta viajó de TikTok a escenarios en Corea del Sur y hasta lo llevó a firmar con el sello de BTS.
El Q-pop no solo suena bien: celebra una lengua hablada por más de 10 millones de personas y que, a través de la música, revive historias y raíces. De Perú a Chile, jóvenes lo adoptan como bandera cultural, demostrando que modernidad y tradición pueden bailar juntas sin perder el ritmo.








