Desde muy joven, llegó a Tanzania para estudiar a los chimpancés, revolucionó la ciencia y rompió esquemas: descubrió que podían usar herramientas, tenían emociones, culturas y hasta comunidades complejas. Algo que cambió para siempre lo que creíamos que significaba ser humano.
Con su mirada curiosa, optimista y llena de asombro, Goodall no solo se convirtió en ícono mundial, también en Mensajera de la Paz de la ONU y en inspiración para generaciones enteras. Su manera de investigar, con paciencia, empatía y respeto, abrió un nuevo camino en la ciencia y en la forma en que nos relacionamos con los animales.
Hoy, su vida nos recuerda que la curiosidad y la esperanza pueden cambiar al mundo.
Xoloitzcuintle: el guardián fiel de los difuntos