Atziri Moeller: Lo que no pudieron robarle a una artista
Vamos a conocer la historia de Atziri, una mujer cuya realidad, cambió en segundos. La oportunidad de salir adelante, la encontró en el arte que la apasionaba antes de ese trágico día.
El 28 de febrero de 2019 parecía una jornada más para Atziri Moeller, bailarina y apasionada de la danza, quien encontrado también una oportunidad de crecimiento laboral en las relaciones públicas.
Aquel día transcurría con normalidad; en el mundo, los ojos estaban expectantes en Juan Guaidó y Venezuela; en Morelos, la situación era tensa, tres días antes se había llevado una consulta popular sobre la situación de la termoeléctrica de Huexca, en Yecapixtla.
Sin embargo, para Atziri, esos eventos eran parte de la rutinaria vida, sin saber que esa misma noche le cambiaría la suya.
Acompañada de Lorena, una joven de 18 años, y aprendiz, llegaron a un conocido antro ubicado en la capital morelense, específicamente en la avenida Domingo Diez. Todavía no daban las once de la noche, cuando decidieron tomarse una fotografía. Nunca imaginaron que ese posteo en Instagram sería nacionalmente compartido, era la de ocho columnas destinada a los diarios morelenses en horas próximas.

No era media noche cuando un comando irrumpió la escena, esa hasta donde hacía unos momentos, las voces elevadas por el volumen de la música eran el sonido más fuerte. Ahora, los disparos retumbaron en el sitio. Atziri y Lorena no habían llegado al lugar precisamente buscando diversión, esa noche gestionaban un acuerdo comercial con los administradores. Solo les tocó estar, como dicen, en el “mal momento, en el mal lugar”.
El fin de semana siguiente tenían agendado un viaje a Acapulco, pero esto ya no fue posible. La vida de Lorena se apagó ahí mismo, y la blusa blanca quedó teñida en rojo. Eso último quedó también atestiguado en las imágenes más amarillistas que afortunadamente, para la familia, no tuvieron el mismo eco que la fotografía de la chica sonriendo sin saber lo que iba a pasarle quince minutos después.

Atziri Moeller tenía otro destino. Cuando abrió los ojos, ya no estaba en el establecimiento, no había gritos de pánico, ni palabras altisonantes. Ahora, había una luz sobre su cabeza. Los médicos le informaron que habían pasado dos semanas del horroroso momento, y que había sobrevivido a seis impactos de bala, lo suficientemente dañinos como para perforarle el colon y para requerir el suministro de 64 bolsas de sangre.
Pero aún con ello, su familia, entre ellas sus hijas, agradecieron la vida de Atziri, ella estaba ahí para contarlo. Seguramente retomaría la danza y las zapatillas de ballet estarían en descanso solo por un tiempo, pero entonces uno de los hombres de bata blanca le dio “un piquetito” en el pie. La mujer sobreviviente narró que no sintió nada.
Además de su talento artístico, Atziri Moeller practicaba buceo y sabía manejar camiones de carga. Muchos sueños quedaron truncados cuando aquellos doctores que encabezaban sus intensivos procedimientos le comunicaron que no volvería a caminar. La silla de ruedas sería a partir de ese momento su principal aliada.
Ella contó que el shock fue tal que los presentes tuvieron que sedarla y amarrarla, ¿cómo iba ahora a pisar el escenario?, ¿cómo iba a tener la aceptación de renunciar a esa única vida a la que estaba acostumbrada? Esa vida en la que aprendió paso a paso a salir adelante. Luego se enteró del fallecimiento de Lorenita.

Atziri, un ejemplo de superación
Han pasado seis años desde aquellos eventos. La mujer que pudo haber renunciado a todo, encontró un sostén real en sus hijas, un motor que se recarga por sí solo cada vez que las ve y las escucha. Ahí mismo, en el municipio capital morelense en donde cerró sus ojos por catorce días hasta despertar en un nuevo mundo, ahora es digna de contar otra historia.
Desde su propio foro cultural, desde esa pesada silla de ruedas, ahora dirige a otras artistas en ciernes. Atziri montó su escuela, en donde le da oportunidad a distintos talentos y profesores para desarrollarse en ámbitos como la danza, la música, el teatro y la actuación.

“Con mucho amor y determinación podrán salir adelante, no hay nada que te pueda detener cuando tu quieres lograrlo”, compartió en entrevista. Evidentemente, desde la tragedia a este nuevo capítulo, mucho ocurrió. Intentos por “tirar la toalla”, llantos, reclamos a Dios, desesperación y cuestionamientos, por no decir además múltiples operaciones, e investigaciones sin mayores resultados.
Hoy, la silla de ruedas es descrita por ella misma como su “alter ego”. La nueva Atziri, además de dirigir el foro, es creadora de contenido, increíblemente en su mayoría de videos abordando la temática de comedia, alegando que ahora intenta reírse de ella misma. Para ella, ya no existe problema menor, pero sí, oportunidades mayores, esas se presentan todos los días.
Atziri Moeller sigue de pie, la actitud así lo hace ver, y su disposición de trabajo con otros es indiscutible; “Lo que que quería hacer mientras podía caminar, lo hice”, dice ahora con una mirada de serena resignación. Es la mirada de una mujer que comparte su talento con quienes todavía lo están descubriendo.

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