Si eres de los que adelantan la Navidad, aquí va un recordatorio sencillo pero clave: tu árbol también necesita baño antes de brillar.

En plena carrera por encender la magia decembrina, pocos recuerdan que los árboles —naturales o artificiales— acumulan polvo, ácaros y restos del almacenamiento. Y sí, lavarlos no solo mejora su apariencia, también cuida tu salud y alarga su vida útil. La buena noticia: hacerlo es fácil, barato y solo necesitas tu área de lavado.

La mezcla ideal incluye una taza de vinagre blanco, una cucharada de jabón líquido y 15 gotas de aceite esencial de pino, todo disuelto en un litro de agua. Revuelve bien hasta integrar los ingredientes y humedece un trapo limpio en la solución.

Con el árbol ya armado, pero sin adornos, pasa el paño por cada rama, de punta a base, retirando polvo y partículas acumuladas. Si padeces alergias, ponte una mascarilla; nunca está de más proteger nariz y boca.

Cuando termines, deja que el árbol se seque a la sombra durante varias horas. Lo ideal es permitirle reposar un día completo para evitar humedad atrapada que pueda deformarlo o generar malos olores.

Un árbol limpio no solo luce mejor: perfuma, ilumina y convierte tu casa en un refugio más acogedor. Solo entonces, ahora sí, deja que las luces hagan su magia.