Cada recuerdo, emoción o aprendizaje modifica sus conexiones como si actualizaras una app cada día. Así, lo que vives literalmente cambia tu mente.
La neurociencia ha comprobado que esta plasticidad es la razón por la que dos personas no piensan igual, incluso frente a la misma situación. Tus genes ponen las bases, pero tus experiencias diseñan el mapa: aprender un idioma, tocar un instrumento o enamorarte deja huellas físicas en tu cerebro.
La cápsula del tiempo de Mr Beast