Una dieta mediterránea baja en calorías, combinada con ejercicio y apoyo profesional, reduce hasta un 31 % el riesgo de diabetes tipo 2. La clave: frutas, verduras, legumbres, pescado, aceite de oliva y frutos secos, junto con caminatas o ejercicios ligeros. Pequeños cambios sostenibles que hacen una gran diferencia en peso, cintura y bienestar. Además, son fáciles de incorporar en la vida diaria y accesibles para todos.

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