Se descubrió que sus compuestos mejoran la sensibilidad a la glucosa y aceleran la quema de grasa… al menos en ratones obesos (pero oye, es un buen comienzo).
Los investigadores vieron que el té verde previene el aumento de peso, mejora el control del azúcar en sangre y hasta protege los músculos de los efectos de la obesidad. ¿La clave? Sus flavonoides activan genes que hacen que las células usen mejor la energía y quemen grasa más rápido.
Eso sí, nada de milagros: los expertos dicen que con unas tres tazas al día y buena calidad del té, podrías aprovechar sus beneficios sin exagerar. Así que ya sabes, la próxima vez que elijas entre café o té… ¡tu metabolismo podría agradecerte la decisión!
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