Teomanalco: manantial de los dioses en Cuernavaca

¿Sabías que en el corazón de Cuernavaca hay un acueducto que alguna vez llevó agua “de los dioses”? Esta joya escondida aún guarda el eco de una ciudad que creció con manantiales y sueños de piedra

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En 1773, Manuel de la Borda mandó construir el Acueducto de Gualupita. Su misión: llevar el agua desde los manantiales de Teomanalco hasta la ciudad, atravesando la barranca de Oacalco.

Piedra y ladrillo lo sostuvieron por más de 140 años. Su arquitectura no sólo regó campos y movió molinos: también alimentó lavaderos y la vida cotidiana de Cuernavaca.

A finales del siglo XIX, se construyó a un costado el parque Carmen Romero Rubio —hoy conocido como Melchor Ocampo—, testigo de cambios sociales y nombres que narran nuestra historia.

Pero el tiempo no perdona. En el siglo XX, parte del acueducto fue invadido y otra demolida para una escuela. Lo que quedó, resistió. En los 80, una organización vecinal lo rescató parcialmente y en el 2000 fue reconocido como monumento histórico nacional.

Hoy, los llamados Arcos de Gualupita o Arcos de Carlos Cuaglia nos recuerdan que el agua no sólo fluye: también construye memoria.

Cada arco es un pedazo del alma de Cuernavaca. ¿Ya lo conocías?

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